La Doctrina de la Obra Personal
Una de las diferencias más marcadas entre las iglesias del Nuevo Testamento y muchas iglesias modernas es esta: la pasión por ganar almas. Mientras los primeros cristianos vivían para compartir el evangelio, hoy muchos creyentes viven sin experimentar el gozo de ver a alguien venir a Cristo a través de su testimonio.
Esta lección te muestra, paso a paso, cómo recuperar ese espíritu evangelístico —no como un “ministerio especial”, sino como la misión normal de todo hijo de Dios. Según la lección (pág. 2), testificar no es ser un experto en teología, sino simplemente contar lo que Cristo hizo contigo, igual que el ciego en Juan 9: “Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo”.
Aprenderás:
1. La diferencia entre testificar y ganar almas
Testificar es compartir tu experiencia. Ganar almas es compartirla con el propósito de guiar a otros a Cristo. En la práctica, ambos van juntos —y ambos son para ti (pág. 3).
2. Por qué debes hacerlo
La lección presenta nueve razones bíblicas (pág. 3–5):
Es un mandato del Señor.
Es un deber espiritual.
Es una deuda moral con quienes aún no conocen a Cristo.
Es una responsabilidad eterna, como un atalaya que advierte del peligro.
Es un llamado: somos embajadores.
Hay una necesidad real, porque las almas son eternas.
Trae recompensa, gozo y reconocimiento en el Tribunal de Cristo.
3. Cualidades que Dios busca en un ganador de almas
Dios no pide talento, sino corazón. La lección enseña que necesitas:
Una carga genuina por los perdidos.
Amor por las almas (pág. 6).
Un testimonio limpio.
El poder del Espíritu Santo.
Perseverancia, incluso cuando no todos escuchan.
4. Los cuatro pasos prácticos para ganar almas
La ilustración bíblica es la agricultura (pág. 7–9):
Ir – Nadie gana almas desde el sillón.
Sembrar – Compartir la Palabra, usar folletos, hablar con intención.
Regar – Orar con lágrimas por las personas.
Cosechar – Guiar a alguien a Cristo con claridad y con fe.
Cada paso se explica con Escritura y con ejemplos prácticos, desde cómo usar el “Camino Romano” hasta cómo mantener conversaciones naturales que apunten a Cristo.